El lugar del proyecto forma parte de una secuencia de corralones que anteriormente acogían usos residenciales y agrícolas y que, en la actualidad, sólo dan cabida a aquellos, los residenciales, a veces adaptando las construcciones existentes, como ocurre en el vecino secadero, al sur. Las distintas circunstancias y cualidades apreciadas en el lugar han condicionado la propuesta. Así, la medianera norte, con una serie de burdas construcciones en mal estado que se adosan a una larga crujía de una sola planta de altura que contiene una vivienda vecina. El granero del extremo nordeste, con una atractiva ejecución en tapial, pero con abundantes parcheos y obras de consolidación en otros materiales. El estado ruinoso apreciable en todas las edificaciones del entorno, motivado por la inadecuada cimentación de estas construcciones. La huerta situada al este del corralón, como un generoso espacio libre de apropiación. A todas estas situaciones, al programa de necesidades y al entendimiento de cómo aprovecharlas y hacerlas habitables intenta responder la solución adoptada.

La propuesta domestica la idea de corral, en primer lugar, filtrando los espacios abiertos mediante un cuerpo –umbral y zaguán- que va acentuándole carácter íntimo de los espacios libres que se articulan. Esta operación valida el acceso a través de una tapia de este y los corralones vecinos. También re-escala los vacíos para iniciar una secuencia que incorpora el huerto posterior.

La situación de esta pieza de zaguán separa los dos ámbitos centrales del programa: el de uso permanente y el temporal (zonas de padres e hijos), situando aquél en un solo nivel a lo largo de la medianera norte, para no perjudicar el soleamiento del corral y vivienda vecinos. El estudio geotécnico realizado para eludir los problemas observados en las construcciones existentes, ha sugerido la forma constructiva de operar, buscando repartos superficiales de cargas, a través de losas. De ello se ha derivado una cierta continuidad formal y constructiva con la mejor pieza del conjunto, el granero de muros de tapial. La huerta y sus necesidades de riego, la leve pendiente de toda la parcela hacia el sur, y la profundidad de cimentación derivada del estudio del terreno han dado forma a la posibilidad de aprovechar mediante aljibes el agua de lluvia, y de utilizar como tema configurador las canalizaciones y estructuras de agua. La hermosa escala del vecino secadero, la cuidadosa albañilería de la crujía situada al norte y el arbolado del próximo jardín de la “casa grande” se incorporan al proyecto.

La situación del espacio zaguán, además de generar la gradación de privacidad de los espacios internos y externos de la casa, los dota de una geometría más precisa, menos circunstancial que la que se derivaba de la única tapia y portón buscando oblicua la arista del secadero. Da el protagonismo de cada ámbito a un elemento. El primer patio, el del “torreón”, donde la colocación superpuesta de los usos más repetidos en el programa oculta y protege los espacios interiores del transformador vecino; y libera al resto de la parcela de la necesidad de superar una planta de altura sin, como se ha dicho, perjudicar la vivienda vecina.

El segundo patio se entiende como, según la época del año, una prolongación de los espacios habitables, y desde él se encuadra una perspectiva de los espacios del huerto. Para producir esta apertura al interior del huerto se gira un cuerpo habitacional existente, cuya construcción está muy deteriorada por los asientos producidos en su cimentación. Esta operación, la reconstrucción girada de este cuerpo, no forma parte del presente proyecto de ejecución.

El segundo patio además, junto a la edificación del programa que hemos llamado permanente, se concibe, todo ello, como un jardín en el que la umbría, la luz y el agua se articulan para hacerlo confortable. Este jardín, conceptual y fenomenológico, se torna literal en la cubierta del cuerpo lineal que se construye. Aquí, el cuerpo del zaguán es galería principal en el eje longitudinal del patio.